Forcados – Los últimos gladiadores 

Rafael G´Antunes  

Los orígenes de la relación entre el Hombre y el toro se pierden en la historia. El arte  rupestre del Paleolítico Superior hallado en Altamira, España (35 000 – 11 000 A.C.) y Foz  Côa, Portugal (18 000 – 15 000 A.C.) son prueba de ello, y expresan la admiración y  veneración del Hombre por este animal. Interpretado como símbolo de fertilidad y virilidad,  objeto de cultos religiosos, el toro siempre ha sido entendido como un animal místico, por  lo que la búsqueda por su confrontación se ha planteado como una forma de  apoderamiento de sus calidades y cuya manifestación se volvió común en las más  diversas sociedades mediterráneas y de Oriente Medio, tal como se puede ver en obras  como la Epopeya de Gilgamesh, en Mesopotamia (el II milenio A. C.) o su representación  en los mitos de la antigüedad griega como el Minotauro y el rapto de Europa. 

La primera referencia a una actividad de cariz taurino en Portugal se observa en el año de  1258, en las indagaciones de D. Afonso III, Rey de Portugal. Sin embargo, las prácticas  taurinas son anteriores a la fundación del Reino de Portugal (1143), y es imposible  concretar con precisión la fecha de su origen. 

La “pega de caras”, interpretada por un grupo de hombres llamados “Forcados”, es una de  las manifestaciones presentes y con más destaque en toda la tauromaquia portuguesa.  Los “Forcados” son un grupo de ocho hombres que después de la lidia ecuestre entran al  ruedo para inmovilizar al toro, arrollados únicamente con la fuerza de los brazos.  Alineados, se distribuyen desde el primer hombre (“Forcado da cara”) hasta el último, el  que sujeta la cola del animal. 

En 2015, el Partido por los Animales y la Naturaleza (PAN), creado en 2009, eligió a un  miembro del Parlamento portugués. Desde sus inicios, el PAN ha abogado por el fin  inmediato y total de las corridas de toros en todo el territorio portugués, argumentando  que el derecho al espectáculo no debe prevalecer sobre el respeto por la vida y la  integridad física y psíquica de los animales. Un proyecto de ley con este fin fue llevado a  votación en 2018 en la Asamblea de la República, siendo el PAN apoyado por otros dos  partidos: el Bloque de Izquierdas (BE) y el Partido Ecologista “Los Verdes” (PEV). No  pasó. Pero desde entonces, y hasta hoy, el tema genera gran controversia y apasionadas  discusiones, dividiendo a la población portuguesa sobre la continuidad o no de esta  práctica secular. 

Fuertemente arraigada en la conciencia colectiva portuguesa como tradición sociocultural,  y con una importante fuerza económica en muchos municipios, ¿se convertirá pronto la  tauromaquia en una memoria arqueológica colectiva? 

En esta serie de retratos – Forcados, los últimos gladiadores -, Rafael G´Antunes propone  el rostro como definidor de un espacio de imaginería y acción emocional, que apela a la  contemplación del observador, proponiendo su propia construcción narrativa, y, a la vez,  invitándolo a dar una interpretación psicológica a cada individuo representado. 

Todos estos hombres son “Forcados da cara” y fueron fotografiados entre siete y once  minutos después de enfrentarse al toro. Los toros pesaban entre 545 y 612 kilogramos.