La sala de exposiciones del Centro Cultural José Luis García Palacios de la Fundación Caja Rural del Sur de Sevilla ha inaugurado este martes, 16 de enero, la muestra del pintor Jesús Zurita titulada “Amor sagrado y amor profano”.
El encargado de presentar al pintor y su obra fue el historiador Manuel Jesús Roldán Salgueiro, con la apertura previa de la responsable de Gestión Cultural de la Fundación Caja Rural del Sur, María Luisa García-Palacios Álvarez, acompañada por los pintores Chema Rodríguez y Layla Halcón, asesores artísticos de la Fundación Caja Rural del Sur.
La exposición “Amor sagrado y amor profano” permanecerá abierta hasta el día 2 de febrero, en horario de mañana, desde las 11:00 hasta 13:30 horas, y por la tarde, de 18:00 a 21:00 horas.
“Amor sagrado y amor profano” es una muestra expositiva que recorre los últimos diez años de producción del creador Jesús Zurita, nacido en El Carpio en 1990, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, fue residente de la XIII promoción de la Fundación Antonio Gala y ha sido comisario de siete ediciones del festival de arte contemporáneo Scarpia. Además en su faceta como cartelista cuenta con más de cuarenta obras repartidas por toda la geografía andaluza.
El pintor tiene presente en su obra, como se expresó en la inauguración, que el anhelo metafísico es generador de valor y creador de una belleza que invita en su contemplación a la reafirmación de esa trascendencia. Refleja por ello en las obras expuestas, partiendo de la frase de Simone Weil, como un dogma que “El deseo de luz produce luz”.
La estética que se dimana de sus dibujos y pinturas es un intento por establecer un puente entre la sensibilidad y la razón, esta es la estética que se dimana de unos dibujos y unas pinturas que, inspirados por la conmoción del hombre ante la dimensión espiritual del amor, pretenden rebasar esta experiencia a través de la senda de lo simbólico.
De su trabajo se ha escrito que “la remisión a lo divino no radica exclusivamente en la lectura simbólica de la obra, pues parte de lo evocado transita por la vía de lo inefable. En este caso la voluntad plástica no es la mera ilustración de un concepto, al serle la materialidad de la obra inextricable.
Sirvan de ejemplo los papeles antiguos que hacen de soporte y que atestiguan la inquietante presencia de un tiempo pasado, el uso de estructuras propias del arte espiritual como el tríptico, o el minucioso uso del grafito y de las pátinas, que remite tanto a la mano que lo ejecuta como a la tradición que se hereda.